España tiene un problema estructural poblacional: tenemos la población más envejecida del mundo después de Japón y genera un desequilibrio en las cuentas públicas sin precedentes como demuestra el análisis del presupuesto y la partida de pago de pensiones. Los jóvenes no abandonan el hogar familiar no porque no quieran sino porque no pueden. Apenas uno de cada 10 jóvenes puede comprar o alquilar vivienda.
Si analizamos el
comportamiento de las mismas generaciones en otros países europeos, podemos
comprobar que la edad de emancipación se reduce considerablemente, como por
ejemplo en el caso de Francia. Con la concesión de un aval
del 20% por el Gobierno que ayudaría a limitar este problema.
Recientes estudios indican
que gran parte de la población comprendida entre los 25 y 35 años elegiría
tener una vivienda en propiedad antes que alquilar, pero pocas personas jóvenes
pueden reunir los requisitos previos que se exigen para formalizar un préstamo
hipotecario.
En el caso del mercado de
compraventa, una solución podría ser facilitar el acceso a todos aquellos
jóvenes que tienen capacidad de pago, pero no han tenido hasta ahora capacidad
de ahorro que les permita aportar el porcentaje que se requiere para la compra.
Este mismo problema apareció
en la crisis de 2008 en Reino Unido y Francia, y la solución que se dio fue la
de facilitar un crédito del 20% por parte de la administración, junto con el
75% de una entidad financiera, y de este modo muchísimos jóvenes pudieron
acceder a su primera vivienda. Estos programas están todavía vigentes en estos
países con gran éxito.
En las circunstancias
actuales con la crisis del COVID-19, no sería factible una solución que pase
por la concesión de un crédito por parte del gobierno, pero sí por la concesión
de un aval por ese mismo porcentaje, del 20%, que
permitiría a las entidades financieras extender el crédito hipotecario hasta el
95% del valor de la vivienda
Con esta medida el Gobierno
solo se tiene que comprometer actualmente a presentar el aval en el momento de
entrega de la vivienda. Esto sucederá, en el mejor de los casos, para el año
2022.
En términos de
recaudación, la promoción y construcción de 350.000 viviendas en tres años,
reportaría al Estado unos ingresos en concepto de impuestos de 8.850 millones
de euros, cuantía importante para las arcas públicas.